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El orinal o lo que había antes del retrete

19-11-2021


El orinal o lo que había antes del retrete

Las personas que hemos nacido ya con ciertas “comodidades”, muchas veces no nos planteamos qué había antes de… Y hablo de comodidades entre comillas, porque son cosas que damos por hecho que deben ser así y, por lo tanto, no les damos el valor que en realidad tienen... En este caso, me refiero al inodoro.


De defecar en cuclillas en cualquier sitio del campo, a la vista de cualquiera, a las letrinas públicas romanas que, tras la caída del Imperio, cayeron en desuso. Se pasó entonces al uso extendido del orinal, vaciado a través de las ventanas en las mismas calles. John Harrington, ahijado de la reina Isabel I, inventó en 1596 el primer retrete como tal: una caja de madera con un orificio que daba a una taza de porcelana, conectada a un depósito de agua que arrastraba los deshechos. Pero no fue hasta en 1775 cuando Alexander Cummings ideó el primer inodoro moderno, que incorporaba un sifón -una tubería con forma de “S”- para impedir el mal olor. El hecho de eliminar el olor permitió incorporarlo a las viviendas, aunque esta primera cisterna tenía sus más y sus menos. Joseph Bramah inventó una válvula que cerraba mejor el sifón y añadió otra que cerraba la cisterna, convirtiendo el retrete en un verdadero inodoro (“sin olor”).


No obstante, si nos centramos en el tiempo y el lugar en el que se encuadran los fondos del Museo Escolar de Puçol -esto es, el Campo de Elche, desde finales del siglo XIX hasta la década de los ochenta del XX- el orinal seguía siendo hasta bien entrado el novecientos, uno de los elementos de saneamiento más importantes en la vida doméstica (junto al zafero, quizás), dado que las condiciones en el campo no eran las mismas que en la ciudad. La partida de Puçol, por ejemplo, no contó con agua corriente hasta bien pasada la segunda mitad del siglo. En las colecciones del Museo Escolar hay orinales de loza -los más extendidos- y de metal, más austeros y sencillos; otros más decorados, con y sin asa. El orinal no deja de ser un cuenco en el que se ocultan los deshechos, utilizado por gentes humildes y por adineradas y nobles, de ahí que algunos parezcan verdaderas obras de arte; no es el caso, sin embargo, de las piezas del Museo Escolar, de carácter mucho más austero.


Un elemento curioso expuesto en el museo, en el dormitorio de la casa de campo, es la conocida como “caganera” o “cagonera”, una mecedora de reducido tamaño con un agujero en su asiento, para que niños y niñas de corta edad se sentasen sin ropa interior y con un pequeño orinal bajo la mecedora.


Hoy 19 de noviembre, Día Mundial del Retrete, no quería perder de vista este gran invento y su historia -en relación a los fondos del museo-, así como el recordar que, aún hoy, millones de personas no tienen acceso a inodoros… Uno de los ODS de la Agenda 2030 es garantizar la disponibilidad de agua y el saneamiento para todos y todas, puesto que, lo que parece ser tan simple como el acceso a retretes aptos, deriva en problemas de salubridad, a la propagación de enfermedades y, en consecuencia, a una elevada mortalidad.


Autora: Marian Tristán, coordinadora del Museo Escolar.

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